martes, 7 de febrero de 2012

Claroscuro

La calle se hace cada vez más difícil de remontar. Ella lo sabe y, sin embargo, tercamente, sigue haciendo el mismo camino que hizo durante cinco años.

Carga a su hijita a cuestas, en una mochila como las que vemos en las fotografías del altiplano. Esos lugares donde los citadinos suelen ir a dejar atrás sus preocupaciones cotidianas, para ver a la gente que sufre diariamente como si fueran una atracción de circo neohippie.

Pero ella no dejó sus problemas en ese lugar; los trasladó hasta aquí, donde se suponía que se terminarían. En todo caso, habrían de mutar de forma, cambiarían para transformarse en los problemas típicos de quienes habitan en las grandes urbes. Aquellos que son los postergados del progreso, o contribuyen, de una u otra forma, a autopostergarse al no poder ser un diente más en el engranaje que mueve la pesada máquina progresista.

La dueña del lugar donde trabaja le permite salir un par de horas por día para despejar su cabeza del ambiente viciado cotidiano. Y ella se lo agradece volviendo todos los días a dormir, para posteriormente seguir trabajando. Trabaja en uno de esos lugares donde se venden besos al mejor postor, sin preguntar edad o procedencia.

Y entre todas las que tienen la suerte –o la desgracia- de ser madres, ocupan un pequeño cuartito del lugar para cuidar los hijos del despojo ajeno. A veces son los propios clientes los que se transforman en padres sin que se enteren, ya que las madres no permiten el contacto con el exterior. Ella también mantiene esta política; sospecha de uno de ellos, pero nunca irá a preguntar la verdad incómoda.

Su amplia sonrisa no permite ver las penas de su corazón. Su mirada cansina, como de quien ya ha visto todo pero sigue viendo más de lo que querría, se transforma en una mirada radiante cada vez que un oficinista trata de escalar las cumbres de sus pechos, o quiera nadar en el océano de su vientre perfecto. Un instante, dos mentes al unísono, dos corazones que laten al mismo tiempo.

Más de una vez ha tenido que perdonar. Malos tratos, disconformidades, lamentos, gritos. Sabe que no todos son iguales, y a instancias de su fuerte convicción religiosa los perdona a todos en nombre de su Señor.

Todos sus ocasionales conocen al rosario que lleva puesto siempre, como si de cadenas de condena se tratase, y que se niega sistemáticamente a quitarse antes de ir al encuentro del otro. Nunca reconoció por qué lo porta en ese momento, y nadie se aventuró a preguntarle. “La pendeja te intimida”, habrían de comentar por lo bajo los muchachos que la frecuentan. Menos averigua Dios y perdona, parece ser el colectivo imaginario de todos ellos.

Pero ella nunca se encargó de confirmar los rumores. Le basta con que sea así, inalcanzable para todos los que no puedan llegar a la tarifa. La boca de su pequeña es voraz, había que llenar esa panza recién nacida, y ella lo sabe de memoria. De haber tenido oportunidad de educarse correctamente allá donde vivía, o mejor dicho, educarse citadinamente, habría contestado “Business are Business”. Pero claro, la corrección en esta jungla de cemento y carteles la corrección es dictada por la etiqueta y las marcas usadas. Ella es una más del montón, es quien le calma la sed y el hambre a los que dictan esas normas, y dista mucho de saber otro idioma más que el de su tierra natal. Es feliz, feliz a su manera, y se alegra de su ignorancia. “Más sabés, más te preocupás” había escuchado de una canción al pasar, y eso la marcó a fuego por el resto de sus días.

Y la ronda sigue su curso y todos viven. Los señores de traje y corbata liban de sus formas como un perdido bebería de un oasis en medio del desierto. Ella obtiene lo que necesita para que su pequeña viva, y ella misma sobreviva. El oscuro de su piel contrasta con lo claro de su corazón. Clara, la jujeña del putero de Pellegrini, el mal ejemplo social que al mismo tiempo calma la mente de quienes declaman al viento que hay que mantener la moral y las buenas costumbres, tiene el alma tan clara como su nombre. Y curiosamente su hija lleva otro nombre determinante.

No por nada, cada vez que su madre se dirige a ella, la llama Esperanza.

viernes, 13 de enero de 2012

Pasarela de barrio

Aquella tarde que fuimos al Tasso con amigos nos pusimos a recordar anécdotas de la infancia de cada uno. A nuestras mentes vinieron ciertos exponentes que alguna vez nos hayan marcado, a tal punto de habernos cambiado la vida en mayor o menor medida.

Hasta un pueblo de 50 habitantes olvidado por Dios tiene personajes barriales. Sumiéndonos un poquito en nuestros recuerdos, fácilmente podremos encontrar exponentes dignos de esta afirmación. Nunca faltan esos casuales que vienen a saludarnos, vemos correr para tomar el colectivo hacia sus trabajos con gesto de cansancio, aquella vecinita de nuestra edad que más de uno habrá suspirado por ella y los que esperan en sus negocios para que alguien decida adquirir aquello que con mayor o menor esfuerzo ofrezcan a cambio de los pocos billetes que dispongan en sus bolsillos.

Nos miramos entre nosotros y Enzo, el más alto y recio de todos, decide tomar la palabra:

-Ya que tiran este tema, se me viene el recuerdo del panadero de la esquina de casa, don Rubén, un obelisco de tres metros pero que tenía un corazón más grande que él mismo… cuando pasaba por la panadería yendo al colegio era un vozarrón que me saludaba “Qué hacés pibeeeeeeeeeeeeee!!!”

Algunos de nosotros sonreímos o exhalamos esas risas que involucran más la nariz que la boca, señal que varios evocaron recuerdos similares. Lautaro se sirve Warsteiner y toma la palabra.

-Bueno, de quien me acuerdo en esta ocasión es de Maruja, la chusma del barrio, era fija que si te ponías de novio al toque lo sabía el vecindario entero. Realmente nunca supe cómo carajo hacía, pero siempre estaba ahí, escoba en mano en la puerta y a la caza del chisme más jugoso que se puedan imaginar.

El ambiente poco a poco se distiende. La charla se prolonga un poco más, y aparentemente no da señales de que termine por un largo rato ya que veo la expresión de varios de los muchachos queriendo contar su verdad. Pero la presencia de esa señorita es como que tiene cautivadas las miradas de todos los presentes… Solange, la muchacha en cuestión, se arrima un poco más a la mesa frente suyo y comienza a relatar, casi como a confesarse diría yo:

-Mi personaje favorito era Lucio, el kiosquero de mi colegio. Era el compañero obligado de todos los recreos a quien las chicas entre las cuales me incluyo (dice mientras se ruboriza un poco) le jeteaban un paquete de palitos salados que en esa época tan hermosa de secundaria costaba tan solo 15 centavos. Era con quien podías ir a tomar unos mates en cualquier hora libre, y era el que te daba clase de comportamiento con tal o cual profesora. También te traía los chismes de la sala de profesores, te pronosticaba exactamente el tiempo para esa tarde y si le hacías unos ojitos de más te ayudaba en los actos patrios… la lástima fue que cuando empezamos quinto no vino más, y al tiempo nos enteramos que un cáncer de pulmón se lo llevó de repente. Yo creo que le debe estar cebando mates a Dios allá arriba y discutiendo con Jesús acerca de cómo salió Chaca ese fin de semana…

Uno de los muchachos se percata que un par de tenaces lágrimas pujan por asomar de sus ojos color miel y raudamente le ofrece un carilina. Todavía quedan caballeros en el mundo, y estas cosas se ven más a menudo en este tipo de lugares.

-Faaaaah, del cole yo me acuerdo de Zulema, interrumpe Miguelito. Era la portera del colegio, una ídola… cada vez que alguno llegaba tarde lo hacía entrar por la puerta del costado, la que daba justo al parque donde formábamos frente a la bandera todas las mañanas, y después nos guiñaba un ojo cómplice con una sonrisa digna de la abuela malcriadora… creo que una vez la pescaron haciendo esto y como habían cambiado de directora la echaron porque al poquito tiempo que se supo no vino más. Y siguiendo con lo último que dijiste –dice, mientras que levanta un poco el mentón dirigiéndose a la muchacha anterior- si ahora estaría de gira por las nubes tendría que ser la portera del paraíso.

Supongo que varios de nosotros nos sentimos un poco tocados por esto, ya que se adivina en el aire un cierto aura de nostalgia, y hasta creo haber captado un disimulado sollozo por allá a la derecha. Sí, me acabo de dar cuenta pero no lo voy a deschavar.

El que pide la palabra ahora es Erwin, un muchachón grandote con una barba no muy cuidada pero con una mirada glauca que quizá está posada en batallas épicas en una tierra lejana o de tiempos distantes, el que posteriormente pude saber un tiempo después, es hijo de una nación castigada por años de crueles matanzas. Por eso supongo que transmite ese aire de luchador nato.

-En el rioba teníamos a Pedro, el pizzero de Las Carabelas, el orgullo de las siete manzanas que abarcaba de clientela. Los viejos sabios que frecuentan la pizzería te cuentan, con tremendos moscatos en la mano, que don Pedro era un brujo que le vendió el alma al Diablo como precio del don de cocinar las mejores grandes de muza que pueda conocer el Hombre. Posta que no les creo nada… porque el cuore del Pedrito es lo más puro que se podía encontrar. Y si hizo lo de la macumba esa, de seguro que se redimió a fuerza de fugazetas rellenas y napolitanas con jamón en vez de conquistar el mundo como creen los demás. Y te pongo la firma eh, que el chabón seguro que tiene la suerte que los Arcángeles le vayan a rescatar el alma del Tártaro y se la lleven al Paraíso, porque ahí capaz le prepararon un horno a leña celestial que lo espera para toda la eternidad.

Ahora estoy más convencido que nunca que alguien se está por quebrar en cualquier momento, porque eso de recién no fue un sorbo al porrón sino un tremendo sorbo de moco con disimulo. Nobleza obliga, y viendo que ya caía la noche rápidamente (como suele suceder en esos casos en que estás disfrutando mucho lo que hacés) tuve que salir al rescate de esa alma compungida que de seguir con el orden lógico de la conversación, sería su turno. El morenito ese con la guitarra al hombro podría escapar por esta vez de una vergüenza general. Me hundo en mis recuerdos, once pares de ojos se posan en mí como esperando que diera una nueva profecía…

-Las estaciones de barrio suburbano suelen ser más viejas que lo normal. Y suelen albergar a curiosos personajes. Me acuerdo del Paisa, el diariero de la parada de Mitre y Dorrego, al que siempre saludaba yo cuando llegaba de estudiar en Avellaneda. Ese kiosco era enorme, e invitaba a la lectura de garrón, lo cual el viejo siempre me permitía pero a mí solo porque mi mamá había sido su gran amor de la juventud “hasta que apareció el hijo del tano Capecci, tremendo galanazo…”. Y mientras que yo degustaba como un poseído los ejemplares viejos de El Tony, Intervalo, Skorpio o las Locuras de Isidoro, siempre pispeaba de reojo al buen hombre que, pava y mate amargo en mano y con Gardel de fondo, no hacía más que mirarme con la ternura con la cual hubiera mirado a un hijo, ese hijo que por avatares de la vida nunca pudo tener. Hoy en día está retirado, pero a veces pasa por el kiosco y si se produce un encuentro entre ambos me sigue saludando con el mismo cariño con el que lo hacía hace casi diez años atrás. Como quien fue testigo de ver cómo un nene que leía sus revistas se transformó ahora en un adulto que de vez en cuando escribe locuras abriendo su alma en agradecimiento hacia quien permitió que su mente se abriera a las mejores fantasías que se puedan imaginar.

De quien también me acuerdo, y que cada vez que lo hago una tremenda nostalgia se apodera de mí, es de Ramona. El loco de la estación de Mármol. Del vamos, Ramona es un tipo muy curioso. Nadie sabe el por qué de su nombre femenino, ni qué guardaba en la cajita de madera que tan celosamente portaba debajo de su brazo izquierdo, brazo con el que fantaseaba pensando que se había secado tomando la forma circular que el porte de la caja hacía obligado. Era el típico tema con el que las madres del barrio asustaban a los niños caprichosos, ya que “si te portás mal Ramona te va a llevar adentro del carrito rojo y no la vas a ver más a mamá”. Pero siempre quise averiguar la naturaleza de ese ser humano que transitaba las calles del barrio, tarareanto pasodobles, tarantelas y tangos. Cierta vez que me encontraba en el barcito de la esquina de Bynnon y King, lugar de encuentro de los estudiantes enamorados, se acercó a la mesa que compartía con mi conquista de 14 años. Sacó una flor blanca de papel, se la entregó y le recitó un pequeño poema. Hasta el día de hoy no puedo recordar qué le había dicho, pero sí puedo recordar la cara de alegría del improvisado juglar cuando Aldana le dijo un breve pero sonrojado “gracias…”.

De ahí en más la relación con Ramona fue creciendo cada día. Me enseñó a llenar las vocales con frutas, las consonantes con flores, a lavar y secar las palabras y colgarlas del techo de la iglesia del padre Ricardo para que el sol puro de la mañana se llevara la carga de culpabilidad de quienes las usaran mal. Me enseñó a amar el canto de los pájaros de la mañana, a disfrutar del sonido de la lluvia en el pasto de la plaza de la estación, a aprender a oír lo que me decían las flores cuando se abrían o las deshojaba recitando la letanía acostumbrada para saber si la señorita en cuestión gustaba de mí. Fue a quien vi bailar con más energía cuando hicimos la murga del barrio, en el club El Fogón. Era quien se acaparaba la plaza para él solo, montando su teatro de títeres imaginarios, improvisándolos con latitas de gaseosa, palitos de helado y envoltorios de galletitas, y me relataba historias que me hacían sentir como si fuera el protagonista. Me enseñó a apreciar las formas de las nubes, a escribir poesías, a estar horas y horas en silencio escuchando únicamente el latido de mi corazón y a saber que había un ser que me quería demasiado para permitirme vivir un día más en su mundo.

No sé qué será de la vida de Ramona. Pero imagino que su espíritu estará vagando por la estación, robándoles la pelota a los pibes del potrero de la playa de cargas o escondiéndole la pastafrola a Doña Marcelina que siempre la dejaba en su ventana y que al rato no la encontraba más. Pero siempre tengo buen cuidado de, cada vez que paso por el túnel de la estación bien de madrugada, dejar una rosa roja al lado de la escalera del andén del medio y gritar con toda la voz que me queda en ese instante de ensueño como si él estuviera ahí “¡chau loco!” Y estoy convencido que esa brisa fresquita que siempre corre por ahí abajo es el resto de las carcajadas que siempre sabían conmover hasta al más curtido policía que lo persiguiera por robar los gladiolos de la plaza Basetti.

 

Nadie responde. Se ve que los aburrí con lo que conté pero bueno, tenía que salir en auxilio de ese pibito que se había escrachado solo. Pero el cierre lo dio Javier, que se limitó a decir que sus personajes barriales somos nosotros. Eso fue más simple y contundente que todas las historias que pudiéramos haber podido recordar.

¡Mozo, otra copa de ajenjo y que suene tango compañero!

domingo, 1 de enero de 2012

En el camino (diría Markic)

 

Mientras que el viento y la suciedad de la ruta que une Jeppener con Gándara me pega en la cara como una infinidad de navajitas, me sonrío al estar escribiendo esto en la caja de la camioneta de mi amigo Rolo, más conocido como Cinco Uno (vive obsesionado con aliens, así que lo bautizamos así por el Área), usando su Lenovo y un módem de Movistar. Pensé que venía a pasar una semana de vacaciones con mis ex compañeros de teatro lejos de la civilización capitalista esclava del consumo urbano, pero terminé nuevamente esclavo de sus tecnologías que tanto me encadenan semanalmente.

Y es que escribir acá arriba es un poco jodido. Apelo al amable lector a que dispense el encuentro de alguna involuntaria falta de ortografía.

Sería muy fácil ponerme a caretear con el tema del año que se va y blabla. Pero el hecho de ir en un auto siempre me dio para pensar lo mismo. Estás avanzando, pero al mismo tiempo tenés los espejitos laterales para ver el camino que quedó atrás. Y el hecho de estar sentado de espaldas a la cabina, y mirando el camino que se va, no puede ser menos que extremadamente acertado, sino es que encaja como las piezas de un rompecabezas.

Pero como ir a contramano (hablando de rutas) últimamente no está dando resultados, tendré que sumarme al resto del pueblo escritor de vacíos augurios y filosofías desgastadas de fin e inicio de año para poder ser tomado en cuenta.

Les deseo feliz año nuevo a todos. A quienes me hayan hecho bien, a quienes me hayan hecho daño.

Feliz, feliz año nuevo.

Feliz año nuevo a la partera que trajo la típica y comercial primera vida de este 2012. Le estás dando un nuevo hijo a esta sociedad para que lo exprima hasta sacarle todo el jugo cual cuerpo inerte conectado a esta Matrix de locura permanente. Feliz año nuevo a la vida que se apagó en el último segundo del año que se fue. Espero que estés mejor donde estás ahora. Nosotros acá la seguimos aguantando.

Feliz año nuevo al tachero que te arregla los problemas desde Corrientes y Callao hasta Córdoba y Moreau de Justo. Feliz año nuevo al chofer del bondi que no te frena en plena lluvia torrencial. Feliz año nuevo al de la mesa de entrada de reclamos, que te atiende con cara de orto porque canaliza tu frustración contra vos que sos el culpable de su desidia. Feliz año nuevo al gorra que te hace la boleta porque no le gustó la pegatina que llevás en la luneta, o que te revienta el boliche donde transabas merca o DVDs truchos porque no lo forraste a tiempo. Feliz año nuevo al recolector que te deja la bolsa desparramada en el medio de la calle, en la cual habías tirado las películas porno luego de ponerte de novio y decidiste hacer borrón y cuenta nueva.

Feliz, feliz año nuevo al profesor que te tiene junado y te va a hacer recursar esa puta materia al repedo para que te recibas uno o dos años más tarde. Feliz año nuevo al que te empuja o te patea en el tren para que lo dejes pasar a las 7 de la mañana. Feliz año nuevo a los que te cortan el puente porque reclaman más limosna oficial y vos tenés la culpa por ser un burgués que tiene un destartalado Dodge 1500 para ir a laburar todos los días.

Feliz año nuevo a los que matan por encargo, se están llevando las vidas que la Madre Naturaleza no necesita. Feliz año nuevo a los que especulan con la poca guita que ganaste deslomándote como un buey. Feliz año nuevo al periodista que arregla o desarregla primicias con el gobierno de turno. Feliz año nuevo al abogado que te come una fortuna por el solo hecho de firmar un par de pelpas para que vos te divorcies de esa yegua.

Feliz año nuevo al que está adelante tuyo en la fila del Pago Fácil que lleva una parva de facturas a pagar y te hace perder una tonelada de tiempo. Feliz año nuevo al boletero que no te quiere cargar la tarjeta porque le duele la uña del dedo gordo del pie derecho. Feliz año nuevo al que creías que era tu amigo pero que te la puso hasta la verija por envidia o celos y se quedó con tu chica. Feliz año nuevo al que te cobra de más cuando vas a comprar crédito para el teléfono siendo que es ilegal.

Feliz año nuevo al que te da un puntazo para sacarte un celular y un puñado de pesos cuando volvés a las 11 de la noche a tu casa después de laburar e ir a la facultad. Feliz año nuevo al motoquero que te arrancó un espejo del auto y salió echando puta por el medio de la avenida.

Feliz año nuevo a las suegras entrometidas y chusmas, aunque si vos sos un vago y degenerado de mierda ellas van a terminar siendo unas viejas de mierda sin salvación alguna. Feliz año nuevo a los de la cabina del peaje que se quedan con las monedas de tu vuelto. Feliz año nuevo a los falsos e hipócritas que están con vos porque les convenís o les servís como lacayo.

Feliz año nuevo a la pendeja puta que te cagó mientras que vos escribías te amo haciendo air guitar en todos lados. Feliz año nuevo al que no te manda la factura de servicios a tiempo y después te manda la intimación de pago el mismo día que se vence y te cortan la luz. Feliz año nuevo al mozo que al no recibir propina te caga a puteadas por lo bajo.

A los falsos, a los hipócritas, a los degenerados, a los delincuentes, a los violadores, a los estafadores, a los cómodos, a los mentirosos, a los ladinos, a los veletas, a los coimeros, a los garcas, a los buitres, a los caranchos, a los hipócritas, a los xenófobos. Feliz año nuevo a todos ellos.

A los cagones, a los llorones, a los cornudos, a los sumisos, a los pasivos, a los resignados, a los lacayos, a los dominados, a los calzonudos, a todos esos muertos en vida. Feliz año nuevo para todos.

Los de arriba tienen bastante de los de abajo. Los de abajo tienen mucho de lo de arriba. Siempre terminamos siendo todos iguales. Pero nunca tenemos la valentía de reconocerlo.

Feliz, feliz año nuevo para todos. Y que La Muerte nos encuentre confesados.

martes, 20 de diciembre de 2011

Poder ver más allá

Todas las mañanas decide escaparse. Volar por un maravilloso instante, y jugar a ser gato. Entonces la gravedad no haría mella en su camino adornado de flores y frutas, donde la inocencia dejó su huella tantos años atrás para volverse su eterna compañera. Es mejor ser inocente para no enterarse de los males que causan aquellos que no lo son más alguna vez me dijo.

La plaza es su escenario, un infranqueable anfiteatro donde monta su espectáculo imaginario al mejor postor. Los transeúntes pasan, observan y siguen, como en una dolorosa letanía de la que no pueden escapar. Ya ha escapado de ello, se siente feliz y sin embargo disimula su felicidad ante el marginamiento de los demás.

La flor en el ojal, ese sacón tan viejo y áspero como su propia piel por lo que cualquier incauto podría confundirse con que la prenda es parte de su piel desprendida que pugna por escaparse como se escapa todos los días. Sus pantalones están tan desgastados que son como hojas hechas jirones que tratan de cubrir pudorosamente lo que el qué dirán ajeno no puede dejar pasar por alto.

Sus manos son palomas oscuras que vuelan libres por todo el parque. Dibujan formas extrañas, formas como de auroras o como el raro y gracioso volar de las manos de un director de orquesta que se alza sobre todos para marcar, con sus manos, el camino correcto de quienes atrapan a la platea con su música.

Sus brazos, otrora gráciles, ahora tienen la fragilidad de los brazos de un niño. Brazos que supieron abrazar, cargar, acompañar, ayudar; hoy son dos ramas secas que luchan por no desprenderse del árbol porque no pueden hacer más que estar pegadas a él.

Y es que todavía no se dan cuenta de ello.

Su boca alguna vez supo besar, consolar, cantar, reír, agradecer, acariciar. Su boca, ahora tan marchita como una flor dejada en un nicho abandonado, ya no sonríe. Su boca solamente sabe guardar silencio hasta que sea el momento apropiado. Entonces dispara dardos certeros, como queriendo lastimar a la víctima y lográndolo. Sabe que su poesía es una bala sin revólver, su trayecto es un laberinto sin entrada ni salida aunque ya está dentro de ese laberinto y saldrá cuando lo crea conveniente. Y quien escucha lo que dice no lo entiende, ya que su lenguaje lo comprenden los que son sus iguales.

Sabe que su comportamiento no es el social y políticamente correcto; sabe que la sociedad es terriblemente condenatoria, que es demasiado lenta para aceptar cambios y modas distintas. Lo suyo no es una moda, es un canon impuesto por quienes se autodenominan diferentes y por lo tanto normales porque son mayoría.

Sus ojos son tan profundos como complejos. Ojos que miran a través de los cristales oscuros de quienes ponen esas corazas tan frágiles como frías para no ver la fealdad urbana. Ojos que brillan en la oscuridad, ojos de un ladrón de historias que se las apropia para contárselas a la sociedad y que de una vez por todas pueda escuchar lo que tiene para gritarle. Ojos que ya no lloran porque las lágrimas derramadas en su momento son tan amargas como la hiel, y solo pueden comprenderlas quienes sufrieron lo mismo o peor.

Es quien abre las persianas de la plaza, quien levanta a los pájaros y quien los arropa y manda al sol de regreso para el otro lado del mundo. Es quien de noche habla con las estrellas, sabe el nombre de todas ellas y las saluda una por una ya que tiempo es lo que sobra y quiere tomarse el tiempo necesario para estar con cada una y que las demás no se pongan celosas. La luna es su confidente, guarda todos sus secretos y no se los revela a nadie.

Siempre que encuentra una parejita en la plaza, a cualquiera de los dos les regala una flor acompañada de un poema que inventa en el momento, como un juglar moderno que corre carreras con su amigo el viento sin saber de dónde viene ni adónde va. Lo hace por nada, por el solo hecho de que alguien se sienta mejor de lo que se siente desde hace mucho tiempo, aunque más de una vez declaró ser feliz a su manera sin importarle lo que el resto opine.

Por la tarde alimenta a las las palomas, las que se acurrucan a su alrededor para recibir su bendición y mantiene una charla con todas ellas que los demás no entendemos. Es quien puede hablar con los los bancos, con los senderos, con los setos, con los juegos, y entender sus tristezas, sus miserias y sus sueños de ser seres inanimados en busca de la libertad.

Por la mañana desayuna con el rocío de las flores y con el aire perfumado de ese pequeño microcosmos. No conoce de hambre, ya que su alimento son las risas de los chicos que pasan corriendo para la escuela. No conoce del cansancio, ya que su descanso es ver cuando una madre arropa a su hijo en su regazo o le da de mamar.  No conoce el frío ya que su abrigo es ver una pareja tomada de la mano como alguna vez lo haya hecho hace muchos años. No conoce el calor ya que su alivio es tumbarse bajo la sombra de los árboles, mudos testigos de su libertad a contramano.

Su mayor tesoro reside entre esas cuatro cuadras de avenida febril y apurada, donde los monstruos de metal hacen ruido como amenazando sin llegar a causarle miedo. Su mayor deuda es no compartir ese tesoro, para que no haya nadie igual.

Y sin embargo no se preocupa por deudas, por horarios o por lo que vendrá. Vivir y dejar vivir es su lema. Tiene millones a su manera, y aunque de modo diferente al nuestro, con saberlo y entenderlo a su modo le basta y le sobra.

En este momento observo su grácil letanía de todos los días, su carrerita apurada para ver qué sucede entre los perros de la otra punta de la plaza y me cautiva su especial andar de quien hubiese sido mejor volar. Mira al cielo, nota que el sol se oculta como con vergüenza tras unos nubarrones amenazadores. Los desafía a que suelten su carga bendita ya que no les tiene miedo, porque sabe que son las lágrimas del cielo que llora su dolor.

Hablo de ese personaje tan gracioso como sereno. Tan tranquilo como intempestivo. Tan absoluto como simple. Hablo de la que bien hace honor a su nombre: mi amiga del parque, la loca Soledad.

viernes, 16 de diciembre de 2011

Y

Y me quiero ir al carajo pero me quiero quedar en este país. Y este país es lo más hermoso que hay pero está todo contaminado con los soretes que tiran los villeros. Y los tendrían que matar a todos pero son seres humanos que no tienen la culpa. Y la culpa la tiene la yegua de Cristina pero gracias a ella el país renació del 2001. Y en el 2001 a los yanquis se la pusieron con el pene morto por asesinos hijos de puta pero los que se murieron en las torres no tenían la culpa talibanes de mierda. Y el talibán mayor no se murió carajo pero estuvo bárbaro que lo hayan tirado al mar para que se lo morfen los tiburones. Y todos los de afuera nos van a morfar crudos porque los argentinos somos argentinos cuando es el mundial pero aguante Argentina carajo que yo soy veterano y los ingleses se van a morir ahogados de un tsunami. Y el casamiento de los príncipes fue hermoso y que linda estaba la novia pero los diarios que lo mostraron son unos hijos de puta que se apropiaron de los hijos y los nietos. Y a la pobre Hebe le hicieron una cama pero es una vieja montonera hijaderemilputas que hay que matarla. Y te amo pero te quiero mandar a la mierda pero no puedo dejar de pensar en vos pero sos una yegua asquerosa pero me derrito si me llega un mensaje tuyo pero te los podés meter bien en el orto.

Y el tren de dos pisos es cómodo pero está lleno de negros de mierda, y la culpa es de Macri que es un nazi cabrón pero hace bien en sacar a los bolitas de la ciudad. Y los bolas les sacan el laburo a los argentinos pero los argentinos se rascan los huevos mientras que los bolitas laburan como esclavos todo el día. Y hay que repartir forros por todos lados para que no nazcan más villeros pero hay que acostarse y hacer el amor con la persona que uno ama sin pensar en el plástico y a coger que se acaba el mundo porque los niños son el espejo del alma pero no me banco a los pendejos. Y a los violadores hay que castrarlos y hacérsela comer y que les rompan el culo en la celda y cagarlos a balazos en público pero son enfermos y a un engripado no lo matás sino que lo curás y merecen otra oportunidad porque están mal del bocho.

Y la culpa la tienen los jueces que son unos hijos de puta que se cagan en los sentimientos de los que quedamos pero lo único que hacen es aplicar la ley para todos y si la ley dice que hay que soltarlos los tienen que soltar.Y mi vieja que me trae el desayuno todos los días y la amo y es lo más grande que hay pero me sigue tratando como un pendejo y se mete en todo como está todo el día al pedo la vieja rompepelotas y por qué mierda no se muere del Alzheimer de una buena vez. Y amo viajar pero soy super casero. Y las pastas son la comida más rica pero al asado no hay con qué darle. Y River se tiene que ir al descenso gallinas de mierda pero la culpa la tiene Grondona que se está cobrando un vuelto.

Y con la guita que me quedó de la herencia me puse una financiera con unos conocidos que encontré en un sauna que son todos decentes y transan merca pero ni bien pueda los cago a todos y me quedo con la guita y de paso los denuncio por merqueros estafadores y hasta capaz les meto un par de putas con alguna peste para que los hagan recagar. Y la bomba en Hiroshima fue la mierda humana aumentada a la dimensión de un país gigante pero esos japoneses de mierda qué se creían que eran para bombardear el puerto y qué linda la peli que hicieron con el tema del final pero estos yanquis forros siempre son los buenos y los malos somos los otros. Y el cine francés es una reverenda cagada pero Amelie es una obra maestra. Y a nadie se le desea lo que le pasó al pobre Cerati pero Luca no se murió Luca no se murió. Y el tango es un baile de machos para levantarse minas pero quedan como unas putas sacando culo y vestidas como yiros. Y me da por las pelotas la impuntualidad pero me encanta que me hagas esperar.

Y qué linda propaganda la de Coca pero te hacen esa bajada de mierda de que está todo bien sin tomás la porquería esa que sirve para aflojar bulones y encima tiene no sé qué ácido. Y si no te gusta la Quilmes no te gusta la cerveza pero yo me clavo una Stella. Y quiero ir al gym todos los días para que todas las minas que me mandaron a cagar ahora se meen encima pero me chupa un huevo todo lo que me digan porque yo vivo de putas que son más auténticas que esas otras guachas. Y Perón fue el primer trabajador que nos sacó la bola negra del tobillo pero era un tirano nazi de mierda, y las minas argentinas fueron más después de Evita pero era una puta trepadora y brindo por el cáncer. Y está bien que los piqueteros reclamen por sus derechos pero que me dejen pasar con el auto porque si no pierdo el presentismo y qué mierda se creen esos hijos de remil puta.

Y no quiero escribir más una mierda pero sigo tecleando como un frenético. Y te amo pero te odio. Y te extraño pero no te aguanto. Y te quiero ver pero me molesta verte. Y quiero escucharte la voz pero me molesta tu tono de mierda. Y sé que tengo que ir al médico pero le tengo pánico pero me tiene que curar pero son todos garcas con diploma pero es una eminencia pero que se limpie el culo con el título pero mañana sin falta voy. Y detesto el punto y aparte y amo el seguido.

Y a los putos hay que matarlos porque son unos degenerados y la Biblia los manda al horno pero nadie los puede juzgar y aparte los violadores son bien machitos. Y no me banco a los forros que ponen cumbia en el celular a todo lo que da en el bondi pero yo tengo que hablar por el altavoz del radio porque no oigo un carajo y que el resto se joda. Y el abogado ese es flor de garca que vende a la madre si pudiera pero yo lo quiero para mi caso porque hasta ahora no perdió ningún juicio. Y la profesora me tiene bronca la yegua malparida esa pero si puedo le dejo el ojete como una flor de tanta bomba que le doy. Y creo en Dios pero que las hay las hay. Y qué bueno está el programa de Susana pero Tinelli es un capo pero Rial se los coge a todos pero quiero ser amigo de Fort pero que se vayan todos a la reputísima madre que los parió. Y el gordo Pinti es un guarango que dice puras malas palabras pero el que no le guste se puede ir sin escalas a la concha de su madre pero yo me quedo con Capusotto que es el Olmedo de mi generación pero es un peronista drogado de mierda que le dan los premios porque está en Canal 7.

Y todas las minas son putas pero mi hermana es virgen a los veinticinco. Y 678 te canta la posta contra los hijos de puta del monopolio y del campo pero yo a TN lo banco porque son los únicos que te dicen la verdad que te ocultan esos tiranos de mierda. Y los planes sociales están bien porque esa pobre gente ahora tiene con qué parar la olla pero paren hijos como conejos para cobrar la guita que me roban con los impuestos y habría que castrarlos a todos esos vagos de mierda. Y Berlusconi es un grosso que se cogió a todas las pendejas que quiso pero es un viejo degenerado de mierda que habría que cortársela en juliana y tirársela a los chanchos pero qué culpa tienen los chanchos. Y te amo pero no me gusta y por eso te hago daño.

Todo esto lo escuché al pasar por ahí. De vos, de ella, o de aquel, y de mí también.

Somos un mar de contradicciones. Soy un océano de contradicciones. Nunca sabemos lo que queremos pero tampoco queremos perderlo. No sé. Es lo que hay.

Y vivo contradiciéndome. Pero tengo en claro lo que quiero.

 

jueves, 15 de diciembre de 2011

Hay una guerra en las calles

Nunca puedo dejar de pensar qué pasaría si a esa persona que amo, que quiero, aprecio, o al menos comparto una cotidianeidad sin llegar a sentir cariño de la misma manera que esa persona no lo sienta por mí, le plantaría jeta de una manera totalmente sorpresiva y terminara subido a su escritorio -o mesa, o silla, o lo que fuere- deshaciéndole la cabeza a golpes con lo primero que encuentre en el camino que debería recorrer mi mano para encontrarse con parte de su anatomía. Qué pasaría si, de pronto, se me ocurre tirarle la bandeja al mozo luego de haber juntado los, como decimos en la jerga de los que frecuentamos cafés, muertos de la mesa. Y cagarme de risa de él y su desgracia provocada. Qué pasaría si decido pelearme y salir a matar a todo el mundo, literalmente, TODO el mundo.

La lista es larga por lo cual invito a quien todavía tenga ganas de practicar este pequeño juego mental conmigo a estas horas de la madrugada. Espérenme que me prendo otro cigarro. Ahora sí, empecemos.

Matemos a la pareja. A esa yegua que en el divorcio nos va a llevar la mitad de la guita bien ganada por uno mismo, o a ese gordo pelotudo que en cualquier momento te pone los cuernos a vos mamá de tres pendejos de mierda que te chupan la vida y la juventud. Matalos, matalos a ellos también. Si son una carga para vos que no los pediste! Salí a la calle, matá al forro ese del basurero que le tira onda a tu jermu, metelo en la compactadora hasta triturarlo. Y prendé fuego el camión así se muere el que maneja, que te cruza la mole en medio de la calle y no te deja pasar. Subí al colectivo, sacá la faca y degollá al que maneja, ese forro que te habla para el orto cuando le preguntás una calle y te caga las monedas con la máquina. Y si sube el chancho también, hacelo mierda. Se lo merece por no controlar la limpieza del bondi que viene hasta las pelotas, y te hace bajar si te pasaste dos cuadras de la sección.

Entrá en una panchería, a ver si el turro que está en la caja te cambia cuando le venís con uno de a cien. El malnacido ese no te va a cambiar porque se encanuta las monedas para él, obvio, si lo hace de forro. Y el rati de la esquina que te "vigila", siiiiiiiii seguro! Vigila a los fiolos que le traigan la tarasca para poder jalar una o dos tristes rayas de merca, encima de calidad bien pedorra y seguro mejicaneada con jabón en polvo, por eso están así. ¿Y en el banco? Uuyyyyyyy el banco, esos delincuentes que te cagaron la guita del corralito, encima te obligan a operar con ellos, manga de estafadores. Pelá la automática y llevate cuatro o cinco cajeros, y si podés cargate al gerente también.

Después andá a buscar a tu hija al jardín, aaahhhh las yeguas de las maestras jardineras! Que te dicen paaaaaaaapi, maaaaaaaaaami, y te hablan como si fueras un idiota o te faltaran caramelos en el frasco. Sacales el cordón del camisolín de trola que tienen puesto y ahorcalas con eso ahí nomás, nadie te va a decir nada porque todos la odian pero no tienen los cojones necesarios para plantarse y decirles "No!".

Matá a los forros inspectores de tránsito que te levantan el auto porque lo dejaste con la baliza puesta un minuto en doble fila, y no levantan a todos los hijos de puta que estacionan en las avenidas. Y a los malnacidos negros cabeza que se tapan la cara y te cortan la calle, a esos piqueteros del orto que cobran el Plan Argentina Se Rasca y encima te cagan el día a vos, a esos prendelos fuego que con fuego se purifica todo. Esas lacras que son Testigos de Jaimito, que caigan también porque van rompiéndole las pelotas a todo el barrio justo a la hora de la siesta o el domingo cuando hay partido. Matemos al linyera de la estación, si total está chapa y es un roñoso de mierda, podés ser pobre pero para el jabón siempre se encuentra algo más. Matemos a los contadores que nos dibujan los números pero después cuando te cae la DGI se abren de gambas. "Mañana tengo la fiesta de la oficina, me parece que llevo un bufoso". ¡Ese es el papel aceptado que se tendría que volver realidad, Ud. lo ha dicho!

Y cómo olvidarme de los paseadores de perros, esos forros que te dejan la vereda llena de mierda de los bichos odiosos esos, matalos a ellos también, encima viven drogados y cruzan la calle por cualquier lado, hacelos cagar... y al negro cabeza que te viene a limpiar -o enmugrar- el vidrio del auto en los semáforos, ese negro vago de mierrrrrda que saca el agua de cualquier lado y te la chanta en el parabrisas o te lo escupe si no querés que te lo limpien.

Matá a los que venden en el tren, sobre todo a los forros esos que te ponen la música al palo y siempre, siempre, es la mierda villera de cumbia o reggetón. No me dejan escuchar la radio carajo! Quiero escuchar lo que yo quiero, no lo que vos querés, y después la querés arreglar con un "disculpen las molestias"...

Matemos también a los que juntan juguetes para los pibes que están en los hospitales, a esos forros que se la dan de benefactores de la humanidad para ocultar sus miserias. Y a esas viejas estiradas de COAS, carcamanes putrefactas cirujeadas que jugando a la canasta la van de falsas Madres Teresas... Madres Soretas! Viejas malcos que enojadas por lo caro que es irse a Miami o a Europa prenden los Virginia Slims con billetes de cien dólares, manga de frígidas de Avenida Alvear... y menos mal que la Madre Teresa se murió antes, si no también habría que haber ido a matarla!

A los chinos del súper de a la vuelta de tu casa, degollalos, haceles una corbata colombiana, hacelos recagar por irrespetuosos, porque no se le entiende un carajo y te pijotean las monedas cuando te encajan caramelos, encima seguro te están puteando en su idioma con esas ojotas que las usan hasta en invierno meta y meta fumar como escuerzos y con la misma cara de culo en todos lados. Porque seguro que están tramando cómo matarte a vos... a este punto quería llegar! O vos pensaste que tengo este brainstorming conspirativo por nada? ¡Nooooooo señorito, todo lo contrario! Te estoy previnendo porque ellos también están planeando matarte antes a vos! Preparate porque ahí voy.

El tachero te quiere matar, yendo a los pedos por el medio de la calle, te quiere acuchillar y tirarte en alguna curva de la 25 de Mayo. Tus profesores te quieren matar porque se descargan su puta frustración diaria, porque les vas a robar su laburo, esos forros te quieren hacer cagar antes que llegues a ser más que ellos. Los policías te quieren ahogar en el Riachuelo cada vez que te acercás a preguntarles dónde queda la calle Amenábar o dónde para el 74 que va para Correo Central. El médico que te va a operar te quiere matar para no tener que darte a vos los remedios que después va a revender a una fortuna, ese carnicero con diploma te quiere hacer mierda. El gato que te levantaste hoy en el after office y te llevaste a tu depto te quiere drogar para sacarte los órganos, si no estás alerta te vas a despertar en tu bañera lleno de hielo. Y antes que eso el que está en la barra del bar te quiere matar también, te va a poner una pichicata en el porrón de Quilmes para sacarte toda la guita y de paso hacerte boleta para que no lo mandes en cana.

Tu abogado te quiere hacer cagar, ese forro que te está haciendo el divorcio te va a tirar al medio de la calle para que te pasen por arriba y rajarse al Caribe con tu jermu a reventar tu parte de los bienes. El que está al lado tuyo en la tribuna también te la quiere dar, porque cantaste más alto que él y lo dejaste dibujado. Tiene la faca abajo de la remera, cuando te descuides te va a ensartar y enima te va a choripanear el celular. Te quiere hacer mierda la maestra de tu hijo porque le mandaste a ese engendro que se parece a vos y le está sacando canas verdes por tu culpa. El cura, ese pedazo de forro, ese te quiere primero empomar y después te va a clavar una cruz en el ojete para redimirte.

El kiosquero te la va a dar porque no le pagás los cigarrillos con monedas, ese te la tiene jurada. Y el de la parrilla es otro forro, te quiere agarrar en el baño del fondo para cortarte en pedazos y tirarte al asador porque la carne está por la nubes. El que te llama para ofrecerte una renta vitalicia, te quiere chupar la guita y después mandarte un sicario. Y el forro que te llama para ofrecerte un nicho en el Gloriam, ese te manda a matar en cualquier momento. El sidoso, ese frustrado social, que porque los demás tienen la culpa de la cagada que se mandó compartiendo una jeringa o por no usar forro o las dos cosas, ese te va a poner una jeringa con su sangre en el buche del teléfono público o en la butaca del cine con un cartelito que diga "bienvenido al mundo del SIDA".

¡Adelantate! ¡No te quedes de brazos cruzados! Empezá por el que tenés al lado, ese está esperando que te descuides para hacerte mierda, como ese turro de la oficina, ese es un flor de forro que se quiere quedar con tu puesto. Agazapate, escondete donde no te vean para saltarles a la yugular y hundirles un cuchillo en el pecho y que se caguen por hijos de puta. Y si no lo hacés lo voy a hacer yo, porque vos fuiste un cobarde que no pusiste los huevos en la mesa, porque sos un cagón que no te atreviste a pelear por lo que es tuyo y permitís que te devoren los de afuera. Y después voy a ir por vos, porque después de todo esto sé que me vas a venir a buscar.

Pero si querés evitar todo esto, haceme y hacete un favor: matate vos mismo, huí de esta locura, esta vorágine, esta hecatombe que es estar vivo y sobrevivir todos los días a este Gran Hermano donde todos sabemos lo que hacen todos, dónde están todos y qué piensan todos de todos. Esto es una guerra, es un todos contra todos y vos y yo estamos en el medio. Es matar o morir. Matate, dejale el lugar a otro que haya entendido todo, y por primera vez en la historia quedate tranquilo. Y yo también me voy a matar, para irte a buscar allá donde vayas y seguir atormentándote como todos los días.

Yo ya lo sabía desde hace tiempo. ¿Y vos todavía no te diste cuenta? No te hagas problema, yo te lo cuento en voz bajita. No me lo agradezcas, para eso estamos los amigos...

 

Historias e Histerias

“¡Ya no quedan más hombres!” dicen ellas, haciendo el ta te ti de cuál chongo se van a comer esta noche en el boliche.

“¡Las minas son todas unas histéricas!” dicen ellos, después de salir de su undécima cuenta pirata del Facebook.

“¡Necesito un hombre que me quiera, me contenga, sea simpático, dulce, tierno, el físico y la billetera no es un parámetro!” dicen ellas, después de subirse al Vento del profe de Pilates.

“¡El amor de mi vida tiene que ser reservada, tranquila y dulce; tengo que estar orgulloso de presentársela a mamá!” dicen ellos, en el VIP de Pinar de Rocha con tres promotoras bailándoles en el caño.

 

Somos una sociedad más machista que feminista, aunque histérica e gataflorista por igual. Las mujeres son histéricas por naturaleza (sé que con esto me gané el odio de muchas de mis lectoras, pero por favor sigan leyendo hasta el final antes de crucificarme de las bolas) pero los hombres nos estamos volviendo unos histeriquitos peores que ellas. Estamos más vuelteros, más liberales, menos apegados a los compromisos, más piratas, menos sensibles y, sobre todo, menos escrupulosos. El engaño ya forma parte del paisaje cotidiano de las relaciones humanas desde hace muchísimo tiempo, pero hoy en día se lo ve como algo normal y hasta se lo justifica como si el engaño fuese culpa del engañado y no del engañador.

“Culpa tuya pelotudo, hubieses cerrado el culo a tiempo y no te hubieses mostrado tal cual sos” fue la última frase que escuché cuando decidí cerrar el tema que me tuvo en vilo por cuatro meses hace muy poco. Y curiosamente, vino de una persona de quien estoy plenamente seguro que no engañó ni engañará en su vida a su pareja.

“Jodete por tarada, el tipo quería un garch & go, con la tarasca que tiene mirá si va a querer estar con un bagarto como vos” fue lo último que escuchó ella cuando decidió cerrar el tema que la tuvo en vilo una semana entera hasta que descubrió a su eventual pareja del baile en un 1 to 1 furioso con una tarjetera en los reservados del primer piso.

Más de uno antes que yo escribió siempre lo mismo. Tenemos miedo a enamorarnos, porque cuando uno se quemó con leche ve la vaca y llora.

Conozco carretadas de mentirosas que vendieron ilusiones y terminaron cagándose en todo eso. ¿A quién no le pasó? Usted, querido/a lector/a, ¿no se siente identificado/a cuando le digo la frase “de la muerte y de los cuernos no se salva nadie”?

Los más jóvenes dirán “justamente, soy joven y voy a disfrutar de la vida que para eso soy una escultura de carne y hueso”.

Los más viejos dirán “ya se me pasó el cuarto de hora, quiero enamorarme de alguien que me haga sentir orgulloso/a, que sea el padre/la madre de mis hijos y envejecer junto a él/ella.

Quienes me conocen sabrán cuál es mi frase de cabecera.

Pero lo más aterrador, lo que nos negamos a afrontar despiadadamente y por eso hacemos lo que hacemos en una época en que ya deberíamos comenzar a vivir para otra persona, es el miedo a quedar solos. El miedo a fracasar. El miedo a lo desconocido. Por eso compramos ilusiones, compramos besos y compramos sudor por litro de un desconocido que nos aborda en la barra del bar y nos invita con eso que estamos tomando.

Tenemos miedo a la condena social, esta sociedad que te juzga por el tamaño de tus tetas, por el tamaño de tu pene o cuánto durás en el polvo. La condena social que nos impone que el hombre es un héroe si se come a una familia de lesbianas en una sola noche, pero rebaja a la mujer al rango de puta profesional si está con más de uno en una misma jornada.

También está aquel que dice que si una llave abre muchas cerraduras diferentes, esas cerraduras son una mierda.

Y ese es uno de los pilares de esta sociedad. El machismo como religión.

También el feminismo fanático impone que los cuerpos de las mujeres no son mercancía de cambio y que cada una puede hacer de él lo que considere correcto. Al no darse cuenta del daño que puede provocar esto, se terminan autoflagelando en pos de ser felices, así sea únicamente una felicidad tan efímera como falsa e hipócrita. Porque no son felices de esa manera, no pueden serlo estando solas, ni mucho menos pueden serlo sabiendo que dejaron ir a quien hubiese podido hacerlas más felices de lo que pudieran imaginar so pretexto de ser ajusticiadas por la guía telefónica de zona sur.

Sigo sin entender el por qué del engaño cuando no hay un motivo revanchista dentro de la pareja. Soy un convencido de que las vidas anteriores no interesan, uno está con quien está porque quiere algo a futuro. Tengo mis muertos en el placard y muy pocas veces los saco a dar un paseo, ya que son bastante jodidos como para mostrarlos al mundo exterior sin sufrir consecuencias. Y sigo convencido que quien engaña, es un mentiroso de la peor calaña. Por eso es que hoy en día, me siento mejor con relaciones que duran lo que un buen tema de The Who y de ahí no pase a mayores.

Actitud nefasta si la hay, porque en el medio me voy a perder de algo muy bueno por miedo al fracaso. Todo gracias a vos, perra.

Están también quienes engañan o histeriquean por venganza. Porque sus padres se separaron, porque pescaron a sus padres infraganti con otra pareja, porque fueron engañados/as… y por gente como esa, boludos como yo dejamos de creer en el amor eterno y nos resistimos a aceptar su existencia.

La frase hecha “tranquilo/a, todo se va a arreglar, no era para vos” es un insulto a mi inteligencia. No digo que tenga un IQ iluminado, pero creo que tengo mis ideas bien firmes y puedo encarar una relación con la madurez suficiente para no engañar. Considero a quienes engañan una lacra tan grande como quien le desfigura el rostro a su hijo/a. Son dos casos de violencia similares y opuestos a la vez. Solo que en uno de ellos la secuela es física; en el otro es física y emocional.

Pero qué tonto que fui al reconocer que soy un cornudo más, che.

Prefiero ser un cornudo con la conciencia limpia. Al resto de la frase, se la dejo al criterio de cada uno/a de ustedes.

 

(guarda que en el medio hay una teta distraída)